lunes, 5 de noviembre de 2018

FABULAS:

1. Las ranas pidiendo rey

Cansadas las ranas del propio desorden y anarquía en que vivían, mandaron una delegación a Zeus para que les enviara un rey. Zeus, atendiendo su petición, les envió un grueso leño a su charca. Espantadas las ranas por el ruido que hizo el leño al caer, se escondieron donde mejor pudieron. Por fin, viendo que el leño no se movía más, fueron saliendo a la superficie y dada la quietud que predominaba, empezaron a sentir tan grande desprecio por el nuevo rey, que brincaban sobre él y se le sentaban encima, burlándose sin descanso. Y así, sintiéndose humilladas por tener de monarca a un simple madero, volvieron donde Zeus, pidiéndole que les cambiara al rey, pues éste era demasiado tranquilo. Indignado Zeus, les mandó una activa serpiente de agua que, una a una, las atrapó y devoró a todas sin compasión. Moraleja: A la hora de elegir los gobernantes, es mejor escoger a uno sencillo y honesto, en vez de a uno muy emprendedor pero malvado o corrupto.

2. La corneja fugitiva

Tras mucho tiempo intentando cazar a una corneja, un hombre consiguió al fin su premio. Para evitar que se escapara su tan codiciada pieza, le anudó un filo hilo a una de sus patas y se la llevó a su hijo como regalo. A pesar de que su pequeño dueño se desvivía por darle los mejores cuidados del mundo, la corneja no acababa de sentirse cómoda en su nuevo hogar. Una tarde, mientras el pequeño limpiaba la jaula que le servía como hogar, la corneja aprovecho que nadie la vigilaba para salir por la ventana y volar hacia el lugar en que estaba construido su nido.
Tan emocionada estaba por recobrar su libertad, que al posarse sobre su árbol, el hilo que colgaba de una de sus patas se enredó terriblemente en varias ramas. Al darse cuenta de la situación, comenzó a aletear con todas sus fuerzas, enredándose cada vez más. Prisionera en el lugar que tanto añoraba, dijo con resignación: – “¡Que tonta he sido! Por culpa de querer vivir de nuevo en libertad, voy a terminar mis días en el árbol que me vio nacer”. Moraleja: Cuanto más grande sea lo que deseamos, más grandes son los riesgos.

3. El perro, el gallo y la zorra

Hace muchísimos años, un perro y un gallo se pusieron de acuerdo para abandonar el triste lugar en el que vivían y viajar por todos los rincones del mundo. Cansados de caminar llegaron a un gran árbol, en el cual el gallo se encaramó a lo más alto para dormir más tranquilo y el perro se quedó recostado a los pies de tan magnífico tronco. Al otro día, como hacen todos los gallos, al ver la salida del sol, nuestro gallo se puso a cantar enérgicamente para anunciar la llegada de un nuevo día. Una zorra escuchó su canto y en un abrir y cerrar de ojos se plantó a los mismos pies del árbol.
Cuando vio al gallo encima, le gritó desde abajo que deseaba poder verle más de cerca y besar la cabeza del intérprete de tan encantadora melodía. Pero en vez de bajar, el gallo le pidió que le hiciera antes el favor de despertar al portero que había debajo del árbol. Antes de que la zorra pudiera decir nada, el perro se lanzó sobre ella y no le dejó nada más que el rabo. Moraleja: Si no puedes vencer a un enemigo poderoso, busca a alguien más fuerte que quiera ayudarte.


4. El viento del norte y el sol

El viento del norte y el sol disputaban sobre sus poderes, y para ver quién era el más fuerte decidieron conceder una palma al que despojara a un viajero de sus vestidos. El viento del norte empezó primero, sopló con violencia, pero el hombre apretó contra sí sus ropas, el viento del norte asaltó entonces con más fuerza, pero el hombre, molesto por el frío, se colocó otro vestido. El viento del norte, vencido, se lo entregó al sol. Este empezó a iluminar suavemente y el hombre se despojó de su segundo vestido, luego lentamente le envió sus rayos más ardientes, hasta que el hombre, no pudiendo resistir más el calor, se quitó sus ropas para ir a bañarse en el río vecino. Moraleja: Es mucho más poderosa la persuasión que la violencia.

5. El lobo orgulloso y el león

Vagaba cierto día un lobo por lugares solitarios a la hora en que el sol se ponía en el horizonte, y, viendo su sombra bellamente alargada, exclamó: – “¿Cómo me va a asustar el león con semejante talla que tengo? ¡Con treinta metros de largo, bien fácil me será convertirme en rey de los animales! Y mientras soñaba con su orgullo, un poderoso león le cayó encima y empezó a devorarlo. Entonces el lobo, cambiando de opinión se dijo: – “La presunción es causa de mi desgracia”. Moraleja: Nunca valores tus virtudes por la apariencia con que las ven tus ojos, pues fácilmente te engañarás.

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